Te descubrimos personajes famosos aficionados a la magia. De San Juan Bosco a Cary Grant, de Charles Dickens a Tony Curtis, la nómina es extensa y queremos presentarte a algunos de ellos.
San Juan Bosco -considerado en España e Hispanoamérica patrón de los magos, celebrando su fiesta todos los 31 de enero-, fue un gran aficionado a la magia desde niño. El fundador de los salesianos practicaba muchos trucos, apoyándose en ellos para su labor educativa con jóvenes. Lo cuenta muy bien el libro Don Bosco y la magia.
El escritor Charles Dickens sentía fascinación por los fenómenos paranormales y la magia y llegó a presentarse en público con trucos como «La carta saltarina» y «La maravilla de la hogaza de pan». Varias de sus obras reflejaron su pasión por lo fantástico (Nicholas Nickleby y La tienda de antigüedades) y fue un miembro entusiasta del Ghost Club, una organización dedicada a investigar fenómenos sobrenaturales en Londres.
Antes de convertirse en actor de cine, Cary Grant trabajó como ilusionista en un grupo de acróbatas. Además, llegó a ser miembro de honor del prestigioso Magic Castle -un exclusivo club privado dedicado a la magia y el ilusionismo, fundado en Hollywood en 1963 y considerado el hogar de la Academia de Artes Mágicas, una organización que promueve y preserva la magia como arte-.
El cineasta Orson Wells desarrolló una gran pasión por el ilusionismo desde temprana edad, iniciándose en los trucos de manos a los 11 o 12 años, cuando le regalaron varias cajas de magia. Nunca dejó de explorar todas las variantes del ilusionismo, como grandes espectáculos, cartas, desapariciones y monedas. Su cine reflejaba esa pasión, convirtiéndose en un juego de luces y sombras que revela y oculta realidades, parte de su obsesión por el asombro.
El galán estadounidense Tony Curtis protagonizó Houdini (1953), donde dio vida al legendario escapista en uno de sus primeros homenajes cinematográficos. La película incluyó magia tan bien lograda que inspiró a varios ilusionistas de la época. Asesorado por Joseph Dunninger y George Boston, Curtis se aficionó al ilusionismo y llegó a presentarse en un especial de televisión junto a otros magos. En su estudio guardaba objetos de magia e incluso vendía un truco llamado Tony Curtis Favorite Trick, en el que una carta con la foto de una actriz se transformaba inesperadamente en la de un hombre muy feo.
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